La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 ha sido precursora de grandes cambios en los hábitos de la ciudadanía. Entre ellos, el del uso de dinero en efectivo para hacer pagos. Las recomendaciones de seguridad e higiene en todo tipo de comercios invitaban a pagar con otros sistemas como tarjetas o el propio dispositivo móvil. ¿Qué supone la desaparición de este método de pago? ¿Quiénes se verán afectados? ¿Qué formas de pago son tendencia?
Varios países advirtieron que la manipulación de monedas y billetes podía ser un foco de coronavirus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) restó importancia al asunto asegurando que la probabilidad de contagio a través del dinero en efectivo es muy baja y se puede paliar con el lavado de manos tras su manipulación. En cualquier caso, la sombra de duda planeaba ya sobre una forma de pago que lleva tiempo desinflándose. Solo en el mes de marzo la retirada de efectivo en los cajeros españoles cayó un 68%.
El cambio está promovido especialmente por los jóvenes que utilizan métodos contactless. Aunque esta tendencia no es nueva. El Banco de España recoge que durante el año 2019 se produjo un aumento del uso de tarjetas en los comercios de un 16% más que el año 2018. En el portal www.economipedia.com se hacen eco de este tipo de cambios y tendencias en la economía.
Auge del comercio online
El declive en el uso del dinero en efectivo coincide con el auge de las compras online. El e-commerce se ha visto especialmente impulsado durante los meses de confinamiento. Comprar a través de internet fue una vía para que muchas familias siguieran consumiendo y la economía, aunque muy tocada, siguiera moviéndose. Muchas pymes han estado trabajando en los últimos meses en poner en marcha sus tiendas digitales para llegar más fácilmente al consumidor final.
Se estima que aproximadamente un 20% del total de compras que se realizan en España se hacen a través del comercio online. Pero la tendencia al alza es imparable. Algunos de los sectores más beneficiados de este repentino crecimiento han sido el de la alimentación, belleza, productos farmacéuticos y de parafarmacia, actividades deportivas o formación online entre otros. Sin duda, el comercio electrónico ha supuesto un respiro para muchos pequeños comercios que han llegado a tiempo a aplicar esta transformación.
El salto a escena de las criptomonedas
Dada la incertidumbre actual y los malos augurios para la economía mundial de los próximos meses, sino años, muchos inversores han empezado a interesarse por las criptomonedas. Se trata de monedas virtuales y descentralizadas emitidas por agentes privados y utilizadas como medio de pago en el mercado financiero. La criptomoneda más conocida es el bitcoin y, aunque no son algo novedoso, sí han comenzado a cobrar mucha importancia en la economía internacional.
El interés que genera esta forma de pago - hay alrededor de 3.000 tipos de criptomonedas disponibles en la actualidad - choca frontalmente con el futuro del dinero tradicional. Son muchos los expertos en este tema los que abogan por que los bancos deberían abandonar la emisión tradicional de moneda y evolucionar a las monedas digitales. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer en este sentido.
Consecuencias del fin del dinero en efectivo
Todo apunta que la desaparición de esta forma de pago seguirá siendo paulatina. Una de las dificultades que ralentiza su final es la brecha digital. No todo el mundo tiene acceso a tarjetas ni a sistemas de pago digitales. Estás personas estarían, pues, en riesgo de exclusión financiera.
Muchas pequeñas empresas creen que los medios de pago digitales podrían aumentar sus costes operativos. Sin embargo, saben que el pago con tarjeta o móvil y la posibilidad de poner sus productos y servicios en un e-commerce aumentan su ventaja competitiva. Existe, al mismo tiempo, miedo de ciberataques. Aunque, por otro lado, el rastreo de las operaciones podría ser el fin de la economía sumergida, dado que las transacciones digitales dejan huella.
Entre los argumentos a favor se encuentran la facilidad de pago y de que las familias lleven sus cuentas al día gracias a que todos los movimientos quedan registrados. Se cree que esto favorece el ahorro económico. Por otro lado, cada vez hay más conciencia sostenible y más respeto al medio ambiente. Un mundo sin papel reduciría notablemente el impacto económico.
Si después de la pandemia volveremos o no a usar el dinero el efectivo al mismo nivel que lo hacíamos antes es una incógnita. Lo que está claro es que poco a poco surgirán nuevas formas de pago digitales que harán sombra a las monedas y billetes. Estos nuevos métodos son un reflejo de un relevo generacional y del avance imparable de las nuevas tecnologías y la digitalización. Esta tendencia, además, es global, no solo una característica de nuestro país.